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Los fumadores de tabaco comienzan, desde aquí abajo, su noviciado para el infierno, donde se necesita estar muy acostumbrado al humo. | Francisco de Quevedo |
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Los que de corazón se quieren sólo con el corazón se hablan. | Francisco de Quevedo |
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Menos mal hacen cien delincuentes que un mal juez. | Francisco de Quevedo |
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Ni respeto ni parentesco debe divertir la ejecución de la justicia, ni retardarla un punto; porque el daño es ejecutivo, y se recrecen inconvenientes de mala condición y peor consecuencia. | Francisco de Quevedo |
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No es dichoso aquel a quien la fortuna no puede dar más, sino aquel a quien no puede quitar nada. | Francisco de Quevedo |
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No hay cuestión ni pesadumbre que sepa amigo, nadar; todas se ahogan en vino, todas se atascan en pan. | Francisco de Quevedo |
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Poderoso caballero es Don Dinero. | Francisco de Quevedo |
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Quien no ama con todos sus cinco sentidos a una mujer hermosa, no estima de la naturaleza su mayor cuidado y su mayor obra. | Francisco de Quevedo |
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Quien recibe lo que no merece, pocas veces lo agradece. | Francisco de Quevedo |
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Ser tirano no es ser, sino dejar de ser, y hacer que dejen de serlo todos. | Francisco de Quevedo |
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Siempre se ha de conservar el temor, mas jamás se debe mostrar. | Francisco de Quevedo |
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Todos deseamos llegar a viejos; y todos negamos que hemos llegado. | Francisco de Quevedo |
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Vive para ti sólo si pudieres, pues sólo para ti, si mueres, mueres. | Francisco de Quevedo |
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